miércoles, 21 de septiembre de 2011

Football

Esta es la Parábola del Futbolista (Mark, Escritos Lokaritanos I), tal y como fue concebida unos meses atrás con el fin de explicar a unas cuantas personas por qué afiliarse a un "bando", o pertenecer a cualquier corriente ideológica, de esas que acaban en "-ista", es poco aconsejable. Vamos allá con la Opinión No Fundamentada Empíricamente.

Ocurre que un día, una serie de caballeros, allá arriba en las Islas de la Gran Bretaña, que encontraban que un viejo juego popular podría ser un deporte interesante, se reunieron con otra serie de caballeros, que disponían de un pradete y mucho tiempo libre, y establecieron una serie de normas. Esas normas se llamaron "reglas del juego", y estaban hechas con la idea de que todo el mundo pudiese entenderlas a la primera para así también jugar al jueguecillo y pasárselo bien haciendo deporte con sus coleguillas, o incluso unos desconocidos. Qué más daba, lo importante era el moverse. Y como el juego consistía en darle patadas con el pie ("foot") a una pelota ("ball"), entre otras cosas, decidieron llamarlo "Football".

1863, y ya había una organización bastante seria, la "Football Association", que se encargaba de distribuir las reglas. Bien, ahora analicemos cómo estaban las cosas en aquél momento: ya habían pasado la primera revolución industrial, y estaban en la segunda hasta el cuello. Había dinero, mucha gente (que tuviese dinero) podía permitirse jugar a un inocente jueguecillo popular que se hubiese puesto de moda, y mucha clase popular que no podía permitirse perder el tiempo, pero sí jugar un poco al "football" como siempre lo hicieron, con fines recreativos.
Así que nos encontramos con una situación en la que cada vez más personas se juntaban para, insisto, jugar a un juego, hacer algo de ejercicio y pasar el rato. Pero claro, no podía permitirse, tenía que haber organización. No vaya a ser que el otro haga... trampas. Bien, tenemos reglas, y tenemos una asociación que las gestiona, así que vamos a ver qué pasa con los jugadores.
Los jugadores se juntaban habitualmente, evidentemente en el lugar que mejor les parecía, que solía ser cerca de casa. Y ahora es donde empieza lo interesante. Dada la tendencia humana natural y sana en circunstancias naturales de crear categorías (una de las primeras, seguro, fue "cosas de las que correr"), la población de una ciudad hace categorías con cualquier cosa que encuentra a mano, y una de las más sencillas, elementales, obvias y recalcitrantemente tentadoras es la del barrio. Así que ya está liada: comenzamos a organizarnos por bandos.

Y por fin, 148 años después de la aparición de la primera asociación que gestionase las reglas, hemos perdido un juego y hemos ganado un Coliseo. Hace 130 años, los muchachos de la Calle Juela se echaban un partidillo con los de la Plaza Patilla en el Parque Miras cada domingo. A veces ganaban, a veces perdían, otras empataban y, de vez en cuando, por gajes del oficio, que no somos perfectos, alguno se torcía un tobillo. Eh, estas cosas pasan, cuánto lo siento, hermano, pasa por mi casa y cenas por mi cuenta hoy, ya hablaremos con el jefe para que no te despida, etc. ¿Sabéis a quién le importaba eso? A las 20 o 25 personas que estaban allí, y a algún mirón ocasional. Y los que miraban, normalmente era porque también jugaban y bueno, si te gusta el ajedrez, y ves una partida en una terraza de un bar, vaya, le echarás un vistazo, ¿no? No tiene nada de malo.
Hoy en día, la cosa ya no es así. Para empezar, ya no son Jorge, Hilario y el moñas de Matías jugando en un parque, y a ver si dejáis de dar patadas a esa pelota ya, que lleváis tres horas ocupando el parque, que parecéis críos. Qué va. Es el Real Club De Fútbol de Villaguay contra el Football Club de Chachiquesí, en un Pedazo de Estadio que ha costado más millones que toda la cantidad de gente que va a pasar por allí en 100 años. Y hay personas que no han dado una patada al balón en su Santa Vida, sentadas en una posición privilegiada, mirando cómo juegan y comentando lo mal que lo hacen. O lo bien que lo hacen, si están generosos. Esta gente recibe el Sagrado Nombramiento de Comentarista Sacrosanto y Pastor de la Palabra de Los Que De Verdad Saben De Fútbol (y no esos pringaos que están en el campo dando pataditas a un balón, esos están de adorno).
Hace 130 años, el moñas de Matías, de la Calle Juela, se encontraba con Pedrito, de la Plaza Patilla, en un bar, y le decía "¡coño, pero si es el Pedrito! ¿Qué tal te va con los críos, hombre?". Hoy, un Miembro de un Club de Fútbol (R.C.F. Villaguay) que vive en Chachiquesí se topa con un Chachiquesiano (Chachiquesí F.C.) nacido en Villaguay en un bar, y se Monta Una Discusión en la que los dos discuten sobre cómo "os vamos a pegar una paliza, pringaos, que no tenéis Ni Idea De Fútbol, en el próximo partido". Ninguno de los dos va a pisar el campo, eso seguro. Pero hablarán como si cada uno tuviera en sus manos La Auténtica Verdad sobre lo Realmente importante. Que, recordemos, es un juego popular que cuatro o cinco caballeros decidieron practicar como deporte hace años.
Igual que el señor Sandwich se hizo un emparedado en su día porque, cosas que pasan, tenía hambre y le pareció una idea tremendamente buena meter comida entre dos trozos de pan, y hoy en día hay un Concurso Internacional de Sandwich (con críticos gastronómicos, por supuesto. Ya os cogeré por banda en otra entrada, no creáis que no os he visto), a unos cuantos amigos se les ocurrió darle un par de patadas a un balón y bueno... ahí tenéis el resultado.
Calculadlo vosotros mismos: ¿cuántas personas, y ahí estoy mirando a los hinchas, hooligans y similares, hacen de un juego un modo de vida? Un juego popular. Podréis ponerle todas las normas que queráis, podréis complicarlo con tanta teoría como os apetezca, podréis convertirlo en un negocio, pero incluso con todas las armas que tengáis, nunca podréis evitar esta imagen. El fútbol es un juego popular y como canta Lujuria, "volverá común al pueblo lo que del pueblo saliera".
Estos chavales no tienen un balón de reglamento, no tienen unas zapatillas Nike último modelo con incrustaciones de Flubber en la puntera y motor diésel de 157 CV. No tienen nada del fútbol que tu vendes, pero están haciendo lo que el fútbol es: diversión.
Ahora, todos estos forofos, hinchas, hooligans y similares, que lloráis cuando vuestro equipo pierde, que odiáis al otro equipo, que os rompéis la cara con cualquiera que diga que "no sabéis de fútbol", no son exclusivos del nuevo Football.

Y aquí es donde viene la Moraleja en la Parábola del Futbolista. Porque exactamente lo mismo pasa en, veamos... todo. En Todo, por supuesto. Desde las distintas corrientes de Filosofía, Psicología y Religión, donde todo el mundo se olvidó del propósito original de Aprender Sobre el Mundo y Ayudar al Prójimo, y empiezan a aparecer Sofistas, Empiristas, Conductistas, Psicoanalistas, Baptistas y Evangelistas, donde debería haber Gente Que Hace Cosas, que es lo que somos todos, en resumen.
Esto responde a un nombre curioso, que no voy a citar aquí en toda su complejidad, pero se podría resumir en Establecer Categorías Innecesariamente Complejas Violando El Principio De Parsimonia (ni siquiera el churrumbel del príncipe tiene un nombre tan largo), y que el buen lokaritano, siguiendo una línea de sabiduría largamente olvidada conocida como "pensar con la cabeza y no con el monedero", da en llamar, como mucha otra gente práctica, Poner Puertas al Campo. No tiene sentido usarlas, no van a servir para nada y, tarde o temprano, una persona que vaya algo despistada, va a toparse con ellas. Y eso no será bueno.

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